16 de marzo de 2009

Obsesión



Para ellos es una perturbación anímica producida por una idea fija que asalta constantemente el pensamiento del individuo. Para mí se simplifica a una vesánica manera de expresar sentimientos reprimidos. Mientras algunos hablan, otros callan. Manteniéndose así al borde de la expresión sentimental. Nos convertimos entonces en existencialistas, preguntándonos compulsivamente nuestra razón existencial. No te equivoques, no los llames frenéticos mientras el pajal carcome tu ojo. Tanto tú como yo sabemos que todos nos basamos en una obsesión. Fuimos formados por una obsesión de los dioses. Éstos nos parieron por la obsesión vanidosa, queriendo crear a un ser exactamente igual. Por otro lado, nosotros vivimos con otro tipo de obsesión. Ésta puede ser tan sencilla que te lleva a la idea de solamente querer vivir. Exacto, tienes la obsesión de la vida. Quieres vivirla, aprovecharla al máximo, o quizás tienes otra obsesión, la de simplemente existir siendo espectador de tu propio medio.
Homo sapiens, animal racional, llegando a ser el más enfermizo de todos. Esa singular característica es la que nos lleva a la diferencia con respecto a los demás seres; es la principal causa de la mayoría de nuestros problemas. ¿Cuántas veces hoy te has obsesionado con pensar? ¿Has decidido respirar o pensar? Quizás vayan a la par, ¿no es así? Gotcha! Es precisamente nuestra mente la que nos lleva a obsesiones, a perversiones, a filias y fobias, a enloquecer. Tal vez sería mejor limitar la mente, aunque no le veo razón. Siendo realmente nuestra única manera de ser completamente libres. Sin complejos, sin vergüenza, sin penitencias. Nadie sabe que llevas allí, será por toda tu vida tu cajón escondido, tu escondite secreto. Es lo que tanto te esclaviza a ella ¿no? Deberíamos agradecer en vez de culparla por llevarnos al suicidio mental. El coma vegetal.
Es irónico como nuestra única fuente de libertad es realmente la que peor nos encadena, la que nos limita a ser constantes dependientes del pensamiento inconsciente. Sería mejor arrancarla, conservarla, quizás guardarla. No sé. Ya me confundí. Nos asalta y viola cruelmente, sin siquiera tener piedad. Es por ella que algunos lloramos en las esquinas, otros nos reprimimos a decir que todo irá a mejorar. “Es temporario”-llegué a escuchar. Y aquellos más ilusos todavía dicen “Todo va a cambiar, va a mejorar”. ¿Seremos la burla de los dioses? Tal vez solamente ellos puedan controlar su mente. Dichosos aquellos los que la controlan y evitando así que ella los controle a ellos.
Llego entonces a creer que así como la pereza es la madre de los ocios, la obsesión es la madre de las condenas psicológicas. Ella nos lleva al consumismo, pariendo así a la cleptomanía. La megalomanía se basa en solamente perturbar, complicar nuestras formas de vivir, esclavizándonos a la vida bajo control. Robándole así todo el placer a disfrutar las pequeñas cosas que nos forman incondicionalmente. Y todavía nos engaña. La mente engaña a su propio portador. Ella actúa y todos nosotros decimos que “estamos perfectamente bien”. “Perfectamente bien perturbados” será la oración completa. Tu locura es mi locura. Tú y yo nos diferenciamos en burlas. Ella se burla de ti así, ella se burla de mí así. Somos satíricas víctimas desde el nacer. Homo sapiens es el término correcto.
Por eso, déjame ser libre por sólo éste día, así aprenderé a ver las cosas de manera sencilla, sin buscarle razones, presunciones, desconfianza. Abre así mis ojos para que vea la noche como el descanso del día y el amanecer como el alma de la tierra. Auras en el cielo, protegiendo a cada individuo. Sin penas, sin cadenas, solamente viviendo con el propio corazón. Eso quiero ser yo. Olvidar mi inquisidor, y ser mártir del corazón.
Prometeo

14 de marzo de 2009

Viviré en mi locura, un mundo subalterno.

No entiendo como el tiempo puede ser monótono. Con el mismo ritmo cardíaco. Al igual que mi corazón. Es aburrido. Luego todo se basa en la fidelidad. Ser fiel al tiempo, a sus horas y minutos, a sus latidos, a tu alma.
Me dicen entonces que sólo son emociones y paso de ser del viento, a ser tuya por las noches. Cuando la ciudad se apaga. Cuando todo calla. Cuando ellos duermen, pero yo no. Esperando que me aceptes en tus brazos, que me dejes escuchar tu corazón y entender tu mente.
Todos somos esclavos de algo. La mente nos controla y estamos condenados a pretender. A fingir que todo estará bien, que algún día todo va a cambiar. Vivimos de ilusiones que alimentan nuestras enfermedades mentales y por consecuente el cuerpo consumido.
Lo que tú no puedes entender, es que esta enfermedad es voluntaria, es una necesidad existencial, del alma. ¿Dónde está mi otra mitad? ¿Realmente es necesario cruzar tantos mares y océanos? No puedo conformarme con leerte. Quizás con dormir escuchándote.
Para eso me acuesto y empiezo a escuchar tu respirar. A kilómetros de distancia, a centímetros de mi ser. Allí dentro te guardo. Caminamos de día, corremos de tarde, dormimos de noche.
El amanecer es sólo límite de tiempo. Un factor indiferente. Noche o día, estás ahí. Siempre lo estuviste. En viejos amores, en tiempos antiguos, en días retoños, en futuras mañanas.
Así me seguirás acompañando, A cantarle a las estrellas y hablarle a las aves. Hasta que toda cadena sea rota, te tomaré de la mano. Tú guiarás y el destino decidirás. Mi insanidad será producto de mi libertad, pues “el hombre necesita de locura para romper la soga y ser libre” ¿Seré digna de tal enfermedad?
Sería un honor poder abrir los ojos al despertar y ver que son tus sueños los que puedo atrapar. Somos dos seres en uno. Una simbiosis que sin ti me quitaría la existencia. Volver a la cordura sería una irresponsabilidad.
Hoy voy a dormir sin tu presencia, pero sé que mañana amaneceré a tu lado. Con las sábanas cubriendo nuestra única piel. Sin tiempo, sin futuro, sólo un constante presente. Lo suficientemente infinito para hacerme creer que luego de tantos años, tantas noches solitarias y tantos días escondidos. La espera se ha vuelto real. Como este amor sin final. A tu lado el mañana será eterno.
Prometeo

3 de marzo de 2009

Silencio

Hoy puedo decir que he descubierto algo que para muchos puede sonar imposible. Estaba caminando, más bien, paseando a la perrita. Que de pronto, dejó de ser un fastidio, y se convirtió en un bien personal. Cuando empecé a pensar como de costumbre en mis problemas caóticos de la vida cotidiana. Problemas con los que crezco, problemas que muchas veces son creados por mi subconsciente, sólo para poder tener algo interesante de que hablar. Otros han dejado los inventos y el dramatismo de lado, y se han dedicado a desarrollarse por sí solos; como si estuvieran creando su propio anarquismo.
De todas maneras, volviendo al foco principal de ciertos pensamientos, iba paseando a la perrita, cuando de pronto me di cuenta, que ante ciertas situaciones es mejor mantenerse al borde, y limitarse al silencio. Nada que no me hayan avisado antes, como siempre, uno es ciego por que quiere y nunca por falta de aviso. Realmente a veces es muy tarde para darnos cuenta. Maldito tiempo.
Me pregunté entonces porque ese silencio, que a veces lo dice todo, lo esconde todo, o simplemente es el factor más importante para dejar pasar el tiempo, era tan necesario en ocasiones, de tal manera que las palabras no pudieran arruinar la esencialidad de las situaciones. Normalmente, cuando vemos alguna cosa triste, alegre, dramática o colérica, siempre debemos de decir algo. Pero ¿acaso no podemos entender que solo con la serenidad del silencio somos capaces de expresar lo suficiente de tal manera que nada más sea necesario ser dicho?
Supongo que muchas de las veces me he dedicado a hablar. Hablar sobre sentimientos, hablar sobre pensamientos, hablar sobre hechos, muertes, nacimientos; pero para nada me he limitado a simplemente no decir nada. Como dicen “una palabra no dice nada y al mismo tiempo lo esconde todo”. ¿Qué tanta verdad se esconde ante tal pensamiento? Y más que nada me pregunto porque sencillamente no puedo llegar a ser como esas personas que no dicen nada, que simplemente reaccionan como si nada hubiese realmente sucedido. Y ante tales situaciones, ellos ya no dicen nada. La verdad es que a veces me gustaría poder reservarme mis palabras, y rendirle culto al silencio. ¡Tantas cosas hubiesen sido evitadas si tan sólo hubiese callado!
A algunos los enseñan a no demostrar afecto, a no apegarse a las personas, animales, etc. A otros, nos enseñan a que a veces es mejor sacarlo todo para poder vivir sin el estrés. Pero ¿no es acaso, en las mayorías de las veces, exactamente el hecho de sacarlo todo lo que simplemente hace que las cosas sean más complicadas? Porque hablas cuando deberías de haber callado. Si aquella niña no hubiera dicho que amaba a aquel muchacho, tal no estaría tan confundido. Si aquel hombre no hubiera dicho que en la noche de ayer le fue infiel a su mujer, hoy no estaría pidiendo perdón. Si aquel anciano no hubiera dicho que le dejaría una gran fortuna a su familia, quizás hoy seguiría vivo.
En todo caso, puede decirse que las palabras al igual que el tiempo se van y ya no regresan, y es precisamente por tal hecho, que son las que mejor se deben de saber utilizar, pueden ser armas de conquista, pueden ser las peores cuchillas, pueden ser ablandadoras de almas, o endurecedoras de corazón. Pero en conclusión son sólo palabras. Escoge tus armas y muere con dignidad.


Prometeo